Esta noche hemos ido a un chiringuito donde hemos cenado ensalada, calamares, sardinas y gambas a la plancha. ¡¡Mmmm... estaba todo buenísimo!!
Cuando acabó la cena mis primos y yo nos fuimos a jugar al escondite a la playa, yo me escondí detrás de las hamacas, pero shhh no se lo podéis decir a ellos. Una vez escondido vi un gato y pensé que me gustaría ser como él para ganar a mis primos. Cerré mucho los ojos, apreté con fuerza y no dejaba de decirme: Quiero ser un gato, quiero ser un gato. De pronto me empezó a picar la nariz y cuando me fui a rascar... ¡¡¡Tenía bigotes!!! Oí un ruido cerca, mi primo Carlos me iba a encontrar y no quería perder. Salí corriendo de mi escondite, y ¡¡PUM!! me choqué con él. Carlos me miró raro, y siguió buscándome. Yo seguía corriendo hacia el mar, pero cuando mis pies tocaron el agua...

¡¡De pronto, odié el agua!! Me acerqué un poco más para ver mi reflejo en el mar y... ¡¡oh, oh!! ¿Qué ven mis ojos? Se había cumplido lo que tanto había deseado.
Mi primo Carlos no tardó en encontrar al resto de mis primos, y cuando nos llamaron mi familia para irnos a casa, me dí la vuelta y volví a tener mi aspecto normal.
A partir de entonces ya nunca pierdo al escondite, porque cierro bien los ojos y... ¿¿en qué me gustaría convertirme hoy??